Cada frase alberga una historia distinta. Las letras dejan huellas que las palabras siguen para que tú puedas vivir en su historia. Disfruta cada paso.

martes, 8 de marzo de 2011

Demasiado alegre para este despertar.

Tú deseabas la necesidad de saber si mi ser era plenamente tuyo en la fría noche, yo quería mis manos en tu espalda. Yo quería reírme de mi y tú querías reírte de ti.
Así hicimos la noche, de esa manera nos fumamos los prejuicios para desatar un animal encadenado durante una eternidad. Con fauces demoledoras, rompió las rejas de mi ventana y nos dejó marchar.
Lejos del mundanal ruido, a otra ciudad, a otra ciudad de nuevo, a un verano donde nos lleven los pies.
Nunca deseamos olvidar la necesidad, no sería menos hoy.

La música fluía, el humo condensaba la habitación. No eran manos, eran locas manos. No eran ojos, eran locos ojos, eran locos cuerpos eran manos locas que más allá de los ojos miraban y tocaban, ver para creer, pero nos gustaba meter el dedo en la llaga para saber si era de verdad.
Era el sol en tus ojos. Me quemaba, la expresión iluminada y ardiente marcó a fuego la llaga. Ahora sentirla en carne era placer por el dolor. Era un masoquismo soportado a fuego, porque latía al descompás de tu ausencia, evitando forjar rejas que separen carne de manos locas.
Ya es hora de despertar.

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