Cada frase alberga una historia distinta. Las letras dejan huellas que las palabras siguen para que tú puedas vivir en su historia. Disfruta cada paso.

jueves, 21 de junio de 2012

Autocritica del autorretrato que hice para Pintura

Antes de comenzar con la autocrítica, voy a exponer los motivos que me llevaron a realizar la fotografía de la cual saqué la idea. Nada más decirme por el autorretrato como trabajo final, me vino a la mente al instante esta idea. Ya sabía, de antemano, que foto iba a realizar para que me representase, no dudé. No tenía intención de mostrar mi cara, esa parte ya se conoce y se aprecia. Quería algo que los demás no conociesen. Era una tarde cualquiera. Esa mañana me levanté para ir a clase como una mañana cualquiera. Ni por asomo pensaba que en unas horas iba a descubrir lo que hoy considero una parte anclada a mi ser. Recuerdo el instante, la canción que retumbaba en mis oídos, la temperatura que hacía y la fugacidad del momento que revoloteaba en el aire. Comenzaba Black Sabbath con su temazo inigualable “Iron Man”, un clásico dentro de la buena música..... “ I am Iron Man” decía, y basándome en el principio de acción reacción para contar lo que sentí, he de decir que ese momento fue como un haz de luz en una densa oscuridad. Una mano de la que sujetarse justo antes de caer al vacío. Aún indago en mi ser en busca de respuestas que reafirmen lo que siento. Muchos cabos sueltos se ataron, y sin darme cuenta. Esa misma noche realicé la fotografía, y este fue el resultado:
 Obviamente, tenía que ser en blanco y negro. El color de la piel no interesaba, sólo el mensaje que en ella plasmado estaba. No se bien qué sentí al verla terminada, el proceso lo recuerdo bien pero como si estuviera en una nebulosa. Todo mi cuarto desordenado, yo solo quería conseguir el objetivo, y hasta que no me vi satisfecho, después de muchas tomas, no paré. Fue como un imponente y estruendoso sólo de guitarra eléctrica por parte del dios del rock. Creo que es la mejor descripción. No se muy bien como explicarlo, en mi mente está claro como el agua pero mis manos sudan y se pierde la claridad a medida que voy avanzando. No descubrí américa, eso lo tengo claro desde un principio. Pero una parte de mi interior lloró de alegría, de tristeza, de emoción. Esas lágrimas me inspiraron. La frase del pecho, esas cuatro simples palabras escritas por una persona que no tiene ningún tipo de relación directa conmigo, solo nos une su música, ¿cómo podían esas cuatro palabras inundar mi espíritu? No lo sé. Sólo sé la consecuencia que tienen en mi.
Mi piel se tornó de hierro. Era un elemento más a incluir en una anécdota que una vez me contaron sobre la lanza que todo lo atraviesa y el escudo que todo lo resiste. Una mezcla de ambos objetos. Ahí estaba mi piel, con piel me refiero a toda la capa de vida, sentimientos y pensamientos, contradicciones y afirmaciones. En fin, quise utilizarla como autorretrato por esos motivos. Me considero una persona fuerte a pesar de mis 53 kg de peso y mis 172 cm de estatura. Mi madre me dijo una vez que soy como un león, no creo que sea casualidad que esperara un mes más para nacer, bajo las fuertes fauces de Leo y no bajo la tranquilidad y la calma que caracteriza a Cáncer.
Le enseñé a usted, Jose Luis, este proyecto que tenía en mente y me mostraste, bendito sea ese momento, a Santiago Ydañez. Acertaste justo en el clavo, y se lo agradezco, de veras. Este artista me influyó en el resultado final que podía tomar la obra, en cierto sentido, llevaba tiempo buscando un artista con esas características.
Ha sido el proyecto más complicado de todo el curso que llevo en Bellas Artes. No en cuanto a técnica, que también, más en cuanto a mentalizarme de lo que quería hacer, cómo lo quería hacer y qué quería hacer. Quería dejar constancia de mi ser en 1'50 x 1'20 cm. Creo que lo he conseguido. Quería hacerlo lo mejor posible.
El azul y el naranja, siempre los consideré mis colores favoritos. No en vano son complementarios, como pintar el cielo de azul y el infierno de naranja, o viceversa, no hay mucha diferencia. Pero eso son divagaciones mías. Quise hacerlo en esos colores, por lo que he dicho ya, son dos extremos que pueden caracterizarme. A pesar de que reafirmo la cita de Aristóteles “en el punto medio se encuentra la virtud”, creo que conocer los extremos ayuda a encontrar el equilibrio.
Quería fuerza. Vísceras, las siete plagas de Egipto plasmadas a acrílico.
Lo que más me estresaba a la hora de hacer el autorretrato eran los colores. Los tenía claros, pero no sabía como aplicarlos. Hice muchos bocetos con otros colores, pero la magia de esos dos complementarios no la alcanzaba ningún otro tono. ¿Casualidad? No creo en las casualidades. Ah, también le metí pinceladas de plateado. Quería que fuera brillante, magnífico, digno del ego que bucea en mis mares.
La textura que buscaba era, eso, textura... que al pasar la mano se notase la pintura. Y que a simple vista la pincelada deje huellas. Y así ha sido.
La obra la realicé a lo largo de un día. Cogí los materiales, el tablero, una buena amistad que comparte mi pasión por el arte, y nos fuimos a un campo a pintar. Hacía un día magnifico bajo la sombra de un gran árbol.


 Me senté a mirar el tablero, que anteriormente había pintado de blanco, a indagar en su esencia para compartirla y que junto con mi energía fuera saliendo poco a poco la realidad que buscaba. La fuerza que buscaba la encontré en una espesa y perdida pincelada, cargada de color. Comencé con unos tonos grises, pero luego fui aplicando azules en las sombras, hasta que estaba en aspectos generales cubierto de azul.



 


 ...la energía de ese árbol....

Continué con el plateado. Por un instante el resultado no me convencía... dejé que se secara y luego volví a pintar. Poco a poco iba cogiendo forma. Ignoré malévolamente (jijiji) el dibujo, quería fuerza mediante el color. El dibujo es importante, sí, pero no lo es todo.... de momento. Un poco Paul Klee... se nota que lo he incluido en el cuaderno de artistas.


Llegó la hora de aplicarle naranja... esto tenía que ganar expresividad y con tanto azul estaba demasiado frío. Decidí primero pintar la frase del pecho de naranja, y luego darle manchas donde mereciese. Así lo hice, y así quedó:


  ¿Visceral, eh? Parece, al menos ME parece, que está en carne viva. Lo que más me costó fueron las costillas, de hecho, no llegué a dejarlas correctamente. Hubo un momento en el que, después de muchas capas de pintura, dije “basta” y así las dejé. Soy infinitamente perfeccionista... En lineas generales me gusta el resultado. No es ni por asomo como me lo imaginaba, pero eso suele ocurrir, ¿no? Hasta que no lo acabas no sabes como va a quedar. La verdad que realizar esta obra me ha abierto, por dentro, muchas puertas. Sé que no es lo mejor que puedo hacer pero tampoco lo peor, los fallos a corregir los dejo para el siguiente. En conclusión, la experiencia me ha gustado bastante, a pesar del estrés del “oh no, esta parte no me sale...” y etcétera... Sin duda lo volveré a repetir. Me recuerda a leer un buen libro, con sus virtudes y sus defectos, pero que volverías a leer sin duda.


Tengo que agradecerle, en cierto sentido, que mandara este proyecto. Como ya he dicho, no creo en las casualidades, y poco a poco voy subiendo de escalón en escalón.... gracias, Jose Luis. Espero que nos volvamos a encontrar algún día.

Transeúntes...