Ayuno en la mañana
Y en el frío de los días se cuecen infiernos de invierno
Tengo todos los días la ilusión de encontrarte, de poder hablarte y comentarte la jugada
-que se me ocurre en esta cama-
Obviar las miradas las palabras las legañas por la mañana; como ayuno en plena cocina, mato de hambre a un estómago que canta melodías de miedo al rechazo
Costumbre en mi regazo, los hombres marchitos del jardín de mis memorias estaban siempre florecidos en mi mente pero al oler su esencia de cerca descubro que no es más que ilusión podrida causada por la ausencia de amor masculino que llevo por dentro y se manifiesta por fuera en forma de deseo irracional hacia el vello en pecho, barba, nuez en la garganta, voz de hombre entrelazada con mis ganas de sentir el calor que no sentí desde el lado más derecho de mi alma, el más recto y puntiagudo, aquel que la poesía hace crecer en el papel
El lado del hombre que de lado se desliza por la rendija del orgullo hacia fuera donde habita el libre amor y albedrío, manos tensas contra tensas manos y duras miradas de hierro forjado, imanol con imanes azules que inspiran y corroen las caricias que no llegan pero que aun asi siento en mi espalda
Las de unas manos de ensueño, que en sueño tocan y al despertar se resbalan como aceite y agua por la piel
Rompiendo esquemas y ronroneos de león
Haciendo de esta pena un poema y de este poema un problema y ya en vena el detalle al despertar toca sentir la carne que no está, que rompe y asfixia cuellos, mejillas enrojece e inunda con cataratas saladas
que no llegan a salir si no que van tras la piel,
en otra piel paralela a esta, que vive por dentro.
Y a través de la rendija que sale del orgullo se cuelan palabras e imágenes, a veces les abro la puerta, les doy guerra y les recibo con humildes gestos de bienvenida deseándoles una cómoda y eterna estancia en los papeles que transformo en grullas que despegan en mi mesa y alzan alas al viento de mi cuarto
Volando sobre aire de ventana que da al patio interior
Trazando ilusiones, omisiones de socorro bajo las sabanas, y recuerdos no vividos en mi almohada.
Por los pasillos que huelen a ajo dorándose en una escuela del sabor, te noto en la puerta y te me cruzas como estrella fugaz
Y no queda más que pedir un deseo
Lo más absurdo en verso hecho, pues no intercambiamos palabras sólo miradas escasas de poder
Pero tu aura es fina luz de estrella
Tus ojos recubiertos de mediterráneo son imanes azules para esta mirada metalizada
No conozco tu hablar más que de oídas
y sin embargo te dedico estas líneas
y he me aquí tumbado expresando emociones de un pasado aún no andado,
que yo mismo entierro en los mares del ego profundo y hueco, ese mismo que me impide romper el silencio y con dos cojones acercarme a tu lecho
tirarte los tejos
Y si cae el tejado por falta de peso, pasar de nuevo tras la rendija que huye del orgullo y sonreír andando de vuelta a casa
donde atraparé bolígrafos y sangraré erratas
lamiendo y sanando las llagas que me causan estas palabras.
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