Cada frase alberga una historia distinta. Las letras dejan huellas que las palabras siguen para que tú puedas vivir en su historia. Disfruta cada paso.

lunes, 29 de enero de 2018

Un camino largo

El día libre de humo y el viento en las orejas
Siento la rima atada en cadenas a la espalda, que relucen y brillan en plata como la sangre azul del pescado . . . su aleta dorsal que corta como la ausencia . . . los mismos versos recitándose en mi cabeza.

Siento la rima desfogada y desnuda
y me es imposible, sincera; dame tierra limpia
he de parar o me parto la boca contra la acera

Dicen,
recuerdo,
¿qué susurran sus labios de cera?

¿Pero quién? ¿Qué dices, chiquillo?
El corazón que siente o el que miente
el que encandila atardeceres y los apaga de un soplido
que le da fuego a una risa y la viste de lluvia cuando huye

Mi coraza es de hierro y el mismo corazón que siente lo sabe y alza altas sus torres y extiende gruesos sus muros siempre con el miedo besando su portón

El que miente, se miente. Sus palabras son tortura. Autoflagelación. Una cruz en la espalda. Como llevar la razón. No, para ti el ego.

Ando el camino más largo
mis pies caminan descalzos por alergia a la falta de contacto
dame tierra limpia,
porque llevo la paciencia de las tortugas y del que las espera grabada en la frente
sé que miente, y que siente
sé que me lleva a donde él quiere
y yo me dejo mecer y sucumbo a un aire que huele a desencanto
o es mi olfato de gato que falla cuando miente y cuando siente que lo que llega tarda menos cuando ando el camino más largo

Y sí, la vuelta se baña en mi sudor
el de la frente grabada y la espalda cargada
resbala, resbalo, rodamos montaña abajo cuando ese cuerpo es el monte de mi calvario y llevar la razón es una cruz
una religión más allá de las letras que pinto en el pecho
las tintadas con mi esencia
mi esperma, tu piel, mi lengua
mis caricias que son de fría piedra
como el corazón y su fortaleza.

Y sí, la vuelta se cuece en sudor, maldito el mijoter de la piel, constante, ardiente, dame tierra limpia de escombros y cimientos, por favor, tiempo muerto. El camino largo se extiende, dejo atrás la fortaleza y, descalzo, entiendo los kilómetros como poros y ya no me asusta sentir los latidos de mil novecientos noventa y tres corazones como si fueran una fecha que abriese las puertas de la vida y todo lo que ella implica, con sus miedos y sus deseos, que son lo mismo en mis sueños.

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