Hay una realidad que vive detrás de la pantalla de mi televisor. Unas voces que asocio con orden, democracia, bienestar, unos rostros que me sonríen buscando llegar tras las ondas y los cables hasta mí y hacerme sentir seguro, estable, estamos en un estado civilizado, mira este niño muerto en el lago, mira esta mujer apuñalada, esta tierra desolada por las catástrofes, ahora mira que bien estamos. Bienestar y seguridad. Cómpralas. Soborna al ego desde dentro con un coche nuevo. Dame más. Dámelo todo, con tu presencia virtual diciéndome 'pais libre' y mañana a trabajar. Crisis, no, guerra sí, ahora una bomba aquí, dentro del cuerpo, tengo unas ideas que no entiendo y quizá me clave una bandera a la espalda o mi cuerpo a una cruz, la libertad oculta entre cadenas invisibles y calles cortadas. Dame seguridad con tu rifle aferrado al pecho. Dame confort contando el dinero. Ilusiones, un cuarto piso, qué buscamos juntándonos en una ciudad y alejándonos cada vez más los unos de los otros cuando sólo una pared o un silencio nos separa.
Si me saco las palabras con cuchara, porque estos sentimientos no entiendo, me invento un cuento por las noches para ver entonces si así el sueño que no se consigue con dinero vuelve a esta cama partida y me deja las palabras bien ordenadas junto a la almohada para que yo pueda ponerlas a bailar
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