Cada frase alberga una historia distinta. Las letras dejan huellas que las palabras siguen para que tú puedas vivir en su historia. Disfruta cada paso.

martes, 30 de enero de 2018

Una emoción se idealiza y de una voz se hacen expectativas

El cielo toma unos tonos que no entiendo
El gris putrefacto de una carne infectada
El azul podrido de un charco muerto
Me cubro de mantas e ilusiones en esta cama

Me parto la cara, las ganas, las manos firmes
de una emoción que se idealiza, me parto la presencia, la estancia, la paciencia
una emoción que se idealiza en un cielo que no existe, ahora bajan unos humos a decirme donde estoy, a explotar la expectativa de voz y libertad que una emoción que se idealiza me ayudó a crear

Si tengo un corazón que late solo por una emoción, me lo arrancaré despacito por las noches sin que me vean los colores falsos, para no tener que mutar todas las mañanas de órgano, si un corazón muy bajito y delgado se hace de rogar pidiéndome una emoción que se idealiza, le arrancaré la voz de la garganta para escucharla de cerca y así saber porqué he de tropezar siempre con la misma piedra
Si de esa voz hago expectativas, y me explotan en la cara, tendré yo que limpiar de mis paredes los restos de su sangre y un torso ahora distante no será el cobijo para unas emociones que laten solas y estas palabras huelen a refugio interior de nuevo para el ruido que ahora entra por la ventana

Si idealizo una emoción y de una voz hago expectativas....

Si lo hago tengo que aprender
Hacer un ensayo interno de tantas experiencias juntas. Por una fuerza de atracciones magnéticas vienen en procesión los sucesos, administrados en cuentagotas o cataratas para un aprendizaje que tiene que cocinarse por dentro. Si lo hago, tengo que aprender de ello. Y no es prosa ni verso, se me van cambiando los dedos de posición y no hay pausas ni tiempos sino presencia, estancia, paciencia, y no me la parto contra nada

lunes, 29 de enero de 2018

Un camino largo

El día libre de humo y el viento en las orejas
Siento la rima atada en cadenas a la espalda, que relucen y brillan en plata como la sangre azul del pescado . . . su aleta dorsal que corta como la ausencia . . . los mismos versos recitándose en mi cabeza.

Siento la rima desfogada y desnuda
y me es imposible, sincera; dame tierra limpia
he de parar o me parto la boca contra la acera

Dicen,
recuerdo,
¿qué susurran sus labios de cera?

¿Pero quién? ¿Qué dices, chiquillo?
El corazón que siente o el que miente
el que encandila atardeceres y los apaga de un soplido
que le da fuego a una risa y la viste de lluvia cuando huye

Mi coraza es de hierro y el mismo corazón que siente lo sabe y alza altas sus torres y extiende gruesos sus muros siempre con el miedo besando su portón

El que miente, se miente. Sus palabras son tortura. Autoflagelación. Una cruz en la espalda. Como llevar la razón. No, para ti el ego.

Ando el camino más largo
mis pies caminan descalzos por alergia a la falta de contacto
dame tierra limpia,
porque llevo la paciencia de las tortugas y del que las espera grabada en la frente
sé que miente, y que siente
sé que me lleva a donde él quiere
y yo me dejo mecer y sucumbo a un aire que huele a desencanto
o es mi olfato de gato que falla cuando miente y cuando siente que lo que llega tarda menos cuando ando el camino más largo

Y sí, la vuelta se baña en mi sudor
el de la frente grabada y la espalda cargada
resbala, resbalo, rodamos montaña abajo cuando ese cuerpo es el monte de mi calvario y llevar la razón es una cruz
una religión más allá de las letras que pinto en el pecho
las tintadas con mi esencia
mi esperma, tu piel, mi lengua
mis caricias que son de fría piedra
como el corazón y su fortaleza.

Y sí, la vuelta se cuece en sudor, maldito el mijoter de la piel, constante, ardiente, dame tierra limpia de escombros y cimientos, por favor, tiempo muerto. El camino largo se extiende, dejo atrás la fortaleza y, descalzo, entiendo los kilómetros como poros y ya no me asusta sentir los latidos de mil novecientos noventa y tres corazones como si fueran una fecha que abriese las puertas de la vida y todo lo que ella implica, con sus miedos y sus deseos, que son lo mismo en mis sueños.

domingo, 28 de enero de 2018

Hay una realidad que vive detrás de la pantalla de mi televisor. Unas voces que asocio con orden, democracia, bienestar, unos rostros que me sonríen buscando llegar tras las ondas y los cables hasta mí y hacerme sentir seguro, estable, estamos en un estado civilizado, mira este niño muerto en el lago, mira esta mujer apuñalada, esta tierra desolada por las catástrofes, ahora mira que bien estamos. Bienestar y seguridad. Cómpralas. Soborna al ego desde dentro con un coche nuevo. Dame más. Dámelo todo, con tu presencia virtual diciéndome 'pais libre' y mañana a trabajar. Crisis, no, guerra sí, ahora una bomba aquí, dentro del cuerpo, tengo unas ideas que no entiendo y quizá me clave una bandera a la espalda o mi cuerpo a una cruz, la libertad oculta entre cadenas invisibles y calles cortadas. Dame seguridad con tu rifle aferrado al pecho. Dame confort contando el dinero. Ilusiones, un cuarto piso, qué buscamos juntándonos en una ciudad y alejándonos cada vez más los unos de los otros cuando sólo una pared o un silencio nos separa.

Si me saco las palabras con cuchara, porque estos sentimientos no entiendo, me invento un cuento por las noches para ver entonces si así el sueño que no se consigue con dinero vuelve a esta cama partida y me deja las palabras bien ordenadas junto a la almohada para que yo pueda ponerlas a bailar

miércoles, 3 de enero de 2018

De nuevo el formato en blanco se me antoja tenebroso: la cavidad bucal de una verdad que no puede hablar, la gruta de las maravillas perdidas en el gota a gota de la memoria.
De nuevo un formato extraño se me aparece en la carne: el dolor de una piel enfebrecida, recalentada por la fiebre, que viene a darme el calor necesario para los fríos y duros choques de la nostalgia en invierno. Volver cuando hay que marchar de nuevo.
De nuevo. Un formato que conozco. Se me antoja mentiroso. Me engaña y juega con la fiebre y con los signos ortográficos. Se rebela en sábanas sudadas, almohadas mojadas. El chatarrero, ha llegado el chatarrero, se recogen todo tipo de sentimientos. Los delirios febriles que azotan la calma de esta cama a punto de ser desconocida se alinean uno a uno en fila, esperando su turno en el paredón y su tiro de gracia, pidiendo que se haga del olvido un hecho palpable, y no algo deshecho e inalcanzable.

Transeúntes...