Si hay una idea que de noche viene y me grita fuerte al oído ese recuerdo del padre sin padre, qué debo hacer, vida que premias la conciencia
la herida existe y el recuerdo sangra cuando una idea que arañaba el pecho del poeta viene de noche y me hace recordar las nanas rotas de leche tibia y sangre fría
dime entonces, pues no solo te imploro con letras blancas, vida, te pronuncio con mi voz más consciente y atenta y te pregunto y ¿me pregunto? si de verdad perdonar es, en el fondo, perdonarme
el muro que construí para protegerme de tu boca y de tus puños mide lo mismo que la distancia que me separa de él hoy por hoy
hay una diferencia entre quererte por sangre y apellido y quererme por ser yo el que ha elegido ser quién soy, un hijo de la infancia y la muerte, del dolor y la experiencia, ahora un hombre de paciencia y compromiso, voluntad y sacrificio, curtido ya en mil pedazos muy pequeños de cristales en el alma que arrastra el recuerdo de muchas vidas muertas y pasadas
hay una semejanza entre quererte por ser quién eres y quererme por ser quien quiero y debo ser
un aprendizaje para ambos
el romper los muros de la memoria olvidada y construir con sus restos un camino que nos lleve a lo más alto de la conciencia, aceptar la vida que la premia, que nos puso aquí tal y como elegimos ser, vinimos a recordarnos y a vernos crecer
Me dije, no hay poema, no queda verso, mi respuesta es silencio
pero también dije que me debes mil poemas, y me los sigo cobrando día a día
quizá sea cuestión de permitirse los versos, tú qué los has juzgado siempre con tu voz y tus golpes, porque simbolizan un espíritu que te arrancaron con la infancia que perdiste
ahora sé que no es cuestión de olvidar ni recordar, sino de enriquecerse con la experiencia, sonreír a la vida por su respuesta, y llenar infinitas páginas con los versos que de ella crezcan
ancianidad de tus arrugas, una sonrisa me rompe la fortaleza, me derrumba, me da de comer los restos emocionales de la basura, qué guerra de bipolaridad, qué nana más triste, su melodía impregna los muros de la fortaleza que creé en mi corazón para protegerme de tanto dolor, si hay una idea que viene a recordarla por las noches con sus uñas en mi pecho yo me digo, niño, hijo, crío, escucha su latido frío, su quejido tibio, perdona lo vivido, perdónate el apellido.
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