a una boca llena de sangre :
parar las campanadas con el pecho sólo fue el principio;
sentir su eco en mis adentros me rompe los dientes y me nubla el tiempo
teje un intermedio en cadenas
me deja sangrando en la acera.
Caminar es volar si uno lleva al viento por compañía
que la noche me aprieta y veo el bordillo a ras de mi boca
Me pide que descanse las cervezas y que le escriba a tus caderas
me incitan a parir este poema
caderas sin nombre sin dueño sin vereda
escapo de ellas cayendo por la escalera
porque su eje es de tiempo y no de vértigo . . .
pero tú y yo sabemos que no hay caderas ni escaleras
Aún así el momento me llama a escalar por tu cuerpo como si mi alma estuviese cosida en enredaderas.
Me asaltan los recuerdos
quiebran las columnas del templo que duraron eternas en mi cuerpo y firmaron una paz inquebrantable entre aliento y boca
Susurraron sin querer verbos que no conozco y que aparecen en mi mente con el eco de una voz y de una campana que llora
De una vez y sin respirar recito la respuesta:
no conozco más salida que ésta
un arte que entiende y que se desentiende de vanidades y frías copas de agua turbia para paladares desérticos
espíritus que caminan muertos
caminos que son el espíritu de una muerte lenta y segura
alternación, alternativa, alternador
que cambia su voz por silencio
alterna el día y la noche sólo girando en la misma cama
no me extinguen ni las ganas que te tengo ni la desgana por tenerte
no sufro de cortafuegos ni de bosque
pero me alterno la mentira y la verdad en unas memorias prohibidas
cuando muere el poeta nace el poema
donde cae muerto su amor brota una flor,
un tulipán por la despedida
un pensamiento por el sentir;
sale un beso por el momento helado en el tiempo
un adiós en el hasta luego.
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