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lunes, 3 de octubre de 2011

Quizá por eso la llamaban Lady Stardust.

Estaba llorando, por simple placer.
No había firmamento donde brillar y no había ojos que cerrar. Por sus venas corría veneno.
No era la mejor situación para pararse a pensar en continuar o asentar el corazón en cualquier esquina. No, no lo era, por ello quizá querían apagar su luz.
A ella no le importaba, su parte masculina sabía bien como volver a nacer de su fuego y ella sabía muy bien como morir en él.
Era el ciclo de la vida, como el motor de ese Mercedes Benz del '92, desgastado a kilómetros. Así crecía su espíritu, a base de caminar. Era la situación perfecta para poner tildes a sus fallos. Era el momento perfecto de continuar la busqueda.
Ni sabía que buscaba, ni sabía que encontraría en su carretera. No era el momento adecuado para dudar de ello, la lluvia azotaba sus mejillas con dureza y pensaba, ¿qué quieres de mi?
El viento comienza a soplar con fuerza, suenan sus rugidos en cada rincón de su mente.
"¿Qué quiero de ti? Te quiero a ti".
"Con todas sus ganas", rememoraba el eco. El diálogo fue brevemente intenso, enloquecía.
-Entretengo-. La mente paseaba por senderos prohibidos. Era el momento del corazón abierto, rugía cual león de la selva. Era doblemente león, por activa y por pasiva, el ego no le cabía en el pecho.
Menos aún en la mente.
Quizá por ello era Polvo de Estrellas, porque no había paz suficiente para recuperar el brillo de esos ojos.



La guerra había sucumbido a la paz. Por fín respiraban aire esos lindos pulmones.
Y así fue como, volando en la mente, sucumbió ante tal belleza, que eran esos ojos marrones.

"Se habían juntado el hambre y las ganas de comer".
Y yo era el bocado perfecto para esta situación.

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