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martes, 25 de enero de 2011

Él solo quería jugar pero acabó adicto al fuego.

Le gustaba oír el crujir de la madera al quemarse. Disfrutaba viendo el cambio que sufría la llama. No se cansaba de hacerla crecer.
Lo que no sabía es que acabaría adicto a ese placer; ahora ves la luz.
"¡¿Dónde está su diario?!" pensaba el fuego.
"¡¿Dónde está mi pasión?!" susurraban sus labios. Mejor cierra los ojos, creaba la imaginación al compás que se destruía.
Me hacía más grande desde la miseria, desde la lágrima, desde que me quedan más ganas de gritar y crecer. Me hacía pequeño a medida que se apagaba el estruendoso ruido que hacían esas llamas.
Sería luego lo que llamaría amor, lo que denominaría odio y lo que sentiría como miedo.
Aún sabiendo que nació del fuego, no se paró a pensar por un momento un pensamiento. Se olvido de existir, se olvido de quemar y se acordó de lo que se sentía al no sentir nada.
Aún sabiendo que moriría en el fuego.

Para los grandes errores.
But there's no sound coming from his throat.
Entendió lo que jugar con fuego significa cuando notó por primera vez su quemar, su amor, su propio ego hecho materia. Nació de él, vivió consigo mismo y morirá por él. Será su ego quien le propulsará como mentos en la coca-cola hacia la dimensión que se merece, hacia donde gritan los tiburones, donde notas de piano calman su ferocidad, donde el amor y el odio nadan de la mano.
Donde él es él, y él es vivir.



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