"Bajo mi piel siete pecados por cumplir.
Bajo mis sábanas tú, octavo pecado, perdición, locura, inspiración"
El lugar donde puedo descansar el alma, apoyar mi cabeza en los hombros del silencio y meditar hasta volar.
Es un flashback, el principio es el final.
Estoy convencido de que puedo volar, puedo planear sobre verdes prados y planear un plan maestro con el que luchar en defensa de mi castillo de tiempo.
Me encantaría que te metieras junto a los pecados que me quedan y junto a mi piel y junto a mi, juntos.
Mis manos se vuelven locas.
Dicen, ¿Qué dicen?
¿Qué planean?
¿Qué susurran sus labios de cera?
Mis ojos se vuelven grises.
¿Qué clase de poesía es esta?
Mi piel se vuelve mármol.
¿Qué clase de brujería es esta?
Mi corazón se vuelve ácido.
¿Qué clase de cacería es esta?
Mi corazón ácido.
Mi corazón ácido.
Mi corazón ácido.
Y acabo rezando a la Luna, un verso fiero, un verso manso.
Un beso fugaz, un beso infinito.
Un parpadeo de hierro, cerrados los ojos y pienso, ¿es puro lo que siento?
Una mirada de ciego, y siento ¿es pecado lo que pienso?
Mi corazón ácido, mi morada del placer, mi oscuro saber.
Se derriten las madrugadas a mi paso, se construyen acueductos de sangre para los corazones que ya no laten y quieren.
Quieren querer, quieren volver, quieren renacer.
El salto del ángel, desde el cielo hasta el infierno.
Quiso conocer los extremos, y sin quererlo, ignoró por completo el punto medio.
Cuando viajas por carreteras sin frenos, cuando buceas por océanos sin miedo, cuando vuelas por cielos sin infiernos.
Cuando naces sin ganas de vivir.
Cuando mueres sin ganas de nacer.
Cuando vives sin ganas de aprender.
Cuando aprendes que vivir es lo más peligroso y emocionante que tiene la vida.
Cuando callas y escuchas el silencio, o la voz, las palabras de afecto, o las tormentas en forma de verbos, las letras como cuchillos.
La carne como billete sin valor, el alma el oro y la desgana el carbón.
Solo sirve para arder, y en sus llamas lograr ver la luz del sendero que lleva al amor.
Las ganas de amar.
Las ganas de volar.
Las alas que me das, amor, las almas que rozar, amor.
Las miradas que enganchar, amor, las manos que apretar, amor.
¿Y bien, dispuesto a volar como un ángel cayendo por la catarata más alta del mundo?
He estado en el cielo, vivo en la tierra, fui de vacaciones al infierno y de entre los extremos más codiciados del universo me atrevo a elegir el punto medio, donde cualquier cosa es posible, gracias a que existen los lugares donde me atrevo a llegar si la vida me da sexo y adrenalina.
Me atrevo a volar hasta allí, aprender, desaprender muchas otras cosas y volver aquí, a mi cama.
Sin embargo siempre me decantaré por el silencio hasta que tenga la frase correcta cabalgando por mi lengua para llegar a tu corazón.
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