Me llenas para vaciarme.
Por tus venas corre como alma que lleva el diablo, un diablo que corre como si por tus venas fluyese. Un mal que mal corazón atrapó, para quemarse en una melodía relajante. Como eran estos latidos.
Poco a poco. Me llenas para vaciarme.
Más deprisa, que me quedo sin aire. Para después, volver relajadamente a sucumbir ante tal mirada. Son tus ojos.
Pero aún hay más, improvisé una escapada en la noche para dormir bajo las estrellas.
Pero aún hay más, no había estrellas.
¿Dónde están?
Quizás marcharon a ver como diablos salgo de aquí. Pero el fuego es más astuto y no me permite entrar en llamas prohibidas para luego, poco a poco, vaciarme.
Nuevamente, va aumentando esa melodía. Más alto, ¡más alto!
No es tan dificil, pero llorar era sencillamente jodido de explicar. Tú me hacías sentir vacio, para llenarme luego y volver a vaciarme. Así era el juego, tecla a tecla, se hacía perfecto.
Rompecabezas, quiebracorazón, quiebra ahora si tienes huevos.
Rompeme el alma si tienes huevos.
Perfecto. Era malévolo. Es malévolo. Pero perfecto.
Deja de pensar. Deja de pensar. Cierra la mente y abre los ojos, corazón en mano, empieza a pintar con la sangre que derramas la linea que te lleve al cielo. Pues allí está, tras la sangre, la perfección.
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