Volver a los antiguos poemas es difícil. Ya no soy el mismo. No sé escribir como antes, con el fervor adolescente y el ronroneo de un corazón felino, independiente, herido. Para mí, todo esto es nuevo cada día. Los mil corazones, las mil dagas, las mil heridas. Son las mismas, pero yo no.
Cuando el miedo llega, con sus ojos de obsidiana, apuñalando nuestra capacidad de decisión; 'no sé qué decir', digo. 'Si tiene que ser, será', pienso.
¿Cómo puedo volver a donde ya no estoy? Es que ya no soy el mismo.
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