Cada frase alberga una historia distinta. Las letras dejan huellas que las palabras siguen para que tú puedas vivir en su historia. Disfruta cada paso.

miércoles, 18 de octubre de 2017

Mirada afilada

Que abre, que abro, la mirada raja en canal, fina e hiriente como el corte de un papel, precisa como el cuchillo del carnicero, que abre, que abro, que me da el entendimiento del mundo interior en el exterior;

tengo un ojo analítico y otro comprensivo
ambos se juntan en la piel extranjera de otros cuerpos, con la mirada afilada la abren, a ver que hay dentro

Y la costumbre, osada, la arraigada dentro de mi hígado violento juzga y encasilla; pero hay una conciencia que va por encima de toda carne y materia y me para en seco: 'quién puede juzgar', pregunta, 'tú, que vienes del banquillo de los acusados en las cortes de los contrastes entre dolor y alegría, que me tienes alta y serena, con voz de lluvia que chispea, tú, que me tienes siempre atenta' y no necesita signos interrogantes ni formatos. Como unos garbanzos en el bolsillo que me recuerdan su existencia al sonar y hacerse notar, yo me acuerdo de la costumbre violenta de juzgar según los parámetros en los que fui instruído dentro del mundo masculino de mi hogar, el anticuado, el que huele a loción de afeitado, a piel muerta y a café, y yo me acuerdo de ella, pobre palabra que sólo quiere significar, y como una lluvia que chispea viene la conciencia a hidratar la carne seca de mi capacidad de aprender para que no pare de brotar de ella una enseñanza permanente que no pretende juicios morales ni físicos, que solo tiene la mirada una capacidad y es la de abrir en canal la carne tras la vestimenta y comprender, analizar, aprender.

Porque hay un caos en cada ser que atrae, magnético, un caos de armonías en tonos fríos, terrosos, cálidos, caos metafórico, el tuyo huele a tierra mojada recién sembrada, a monte de pinos, a setas silvestres y sabe a ganas, a calma, a afecto. Lo toco y me da cobijo, me tapa con las mantas de mi cama, tiene un tacto áspero, como las manos de un carpintero, pero suave en su manera de transmitir calor, hay un caos en cada mundo interior del exterior que da conocimiento, rompe las costumbres podridas del subconsciente y abre las puertas de los yo conscientes que atentos se callan, se paran, y aprenden.

La mirada afilada, da un morbo que excita, siempre pueril e inocente, la curiosidad del gato que muere y yo la afilo cada día para poder hacer el corte preciso y fino que me dé el conocimiento de la comprensión,  el aprendizaje en la emoción, saber ser lluvia cuando toca y sol caliente, con el ojo analítico y el comprensivo actuando juntos en comunión, haciendo la mirada afilada, siempre buscando el interior.

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