Llevan los latidos el ruido escondido
El aire la pasión oculta
El beso la muerte que acecha.
Vuela fuerte y alto, metáfora de pelo castaño, que me vienes y me llevas
Pero rotas siento tus alas
Rotas de tanto viento, aleteo intenso, verde esperanza marchita en carne ardiendo
Aún asi vienes y te quedas
Y despacio el sentido te llevas
Lo sentido duro e imperativo, roca maciza atada al cuello frágil y en pleno beneficio de la duda, apuesta su cordura en contra del hogar
Las almas que, sinceras, llevan los latidos escondidos tras la carne
Pues impermeable es su nombre, su improvisación y su sonrisa esconden, de mutuo acuerdo, lo que mi imaginación busca
Y encuentra en latidos ocultos tras la ardiente carne
Los ojos como el fruto del olivo,
maduros de tanto ver,
pequeños y oscuros
intensos y jóvenes.
Las miradas furtivas mi morada
Y este poema
-sin quererlo-
vuela hacia ti teledirigido,
entre susurros y obscenidades que a solas asolan y en compañía atesoran.
Hacia ti vuela el sentido.
Y a pesar de los años, los más guarros, sucios, atrevidos, pervertidos, inscritos en la lista más negra del querer, rotos por el tiempo que pasaste sin ti, sin tu oscuro escondrijo, a pesar del pesar de los años más jóvenes y vividos, vuelan hacia ti las sonrisas que se escapan, sin permiso, de esta boca en flor en un día cualquiera donde risa y sonrisa se ríen de que sea broma el tiempo y el espacio, de que las almas atesoran el conocimiento y el amor de vidas ya vividas, dolores sanados, creatividad renacida.
Siento las huellas de tus caricias en mi espalda
como sienten las serpientes
a rastras
el camino a casa.
Allí donde manos rozan piel ajena siento caminos crecer y senderos prohibidos que llevan a mi cama
Sábanas en compañía.
Siento los besos ya fríos en los labios ahora secos del tiempo impío que corta quema y arrastra los cuerpos yacentes.
Los versos quietos a la espera de viento que los transporte siento, y poemas bajo tierra reflejándose en el valor de la semilla.
Siento la lluvia que aún no ha caído en mis rizos
agonía de un corazón curtido de latir.
Siento.
El roce de unas pestañas atadas a párpados inquietos que no dejan de volar,
que protegen y atesoran aquello que quiero
La mirada que sale del negro ver, que hace de mi alma abismos.
Que deja a oscuras este cuarto,
que funde y estalla bombillas, fuego apaga y calma inquieta.
Pues tus ojos están hechos de la más negra noche
Panteras en la oscuridad.
Ojos listos para cazar.
Y mi yo más valiente los observa de frente
mientras hundo mi cuerpo en el tuyo,
como quien sumerge las penas en alcohol para heridas.
Así es la noche juntos
Aunque fugaz y temeraria tu compañía fue,
las huellas de tus caricias siento aún en mi espalda.
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