Por las mañanas donde se desnuda el suelo y las paredes se pintan de tristeza vaga un alma somnolienta que gime y reza a la almohada. La ventana es escarcha y fuera la ciudad sin sueño sigue sangrando petróleo. Pero de dentro una voluntad que es de pétalo y hierro late fuerte como mil corazones hambrientos de sangre y vida. Me siento fuerte en mi plural sin compañía. El frío y la prosa que desprende no son suficientes para ahogar mi compromiso.
Las vueltas que me traen de vuelta me incorporan a un sentimiento de amor espontáneo al que no acabo de acostumbrarme, hablo de esa sombra de hombre que finjo encontrar en cada atracción sexual y emocional.
Algunos poemas se tornan en prosa cuando la realidad llama sus tres correspondientes veces a la puerta de mis adentros, en ese momento me siento débil pues la emoción que albergo en la piel que habito pesa más cuando el mensaje parece ser claro pero es niebla.
La prosa del frío me calienta los huesos en las tempranas y precoces mañanas que camino. Un trabajo que es alquímico, un despertar sin desperdicio, las clases en las que aprendo carácter humildad y hechizos. Las mañanas que mecen la niñez y la prosa del frío , son todo mensajes, son todo destino que elijo.
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