Ser cuerda, o ser el nudo, que siendo mudo, cojea de la mirada también dice que tiene sed, ser cuerdo, o ser pez, ser mar, o seca mi piel, a tiras me la arranqué.
No se si fue la música o el aire que dejé de respirar, por probar, a ver si me vuelvo paz.
No se si fue la poesía que me encandiló, me sedujo por el camino prohibido, haciéndome hombre de versos.
Se me queda chico el cielo.
Las manos deslizantes, como hechas de aceite.
Y tú de agua.
En tus poros encontré una paz, para mi guerra.
La hicimos sudar, la hicimos llorar y la matamos de hambre.
Nos quedan los desastres, naufragio de sangre, mi barco de vela herido fluyendo sin sentido.
Y en soledad puedo acompañarme.
Puedo llenarme de versos, hasta mi cabeza entera y en cada rizo enredar las letras y escudos.
Ser fiel a mi piel.
No crecer por fuera porque por dentro es primavera, y florece, y crece, y da frutos el árbol.
Y se me va, el tiempo, encarnado en momentos. Hueso a hueso palpitando en el teclado del tiempo, cantando relojes incordiando amores porque se me va el tiempo y tú no estás aquí para congelar el momento, y encarnar quizá luego, tu amor y mi amor en un tiempo ya eterno.
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