Cada frase alberga una historia distinta. Las letras dejan huellas que las palabras siguen para que tú puedas vivir en su historia. Disfruta cada paso.

martes, 15 de febrero de 2011

Quien fuera cuchillo para cortar su cuello.

Será agua que baja por su garganta, como un rayo, electrocutando todo a su alrededor.
Le escocerá como lobo que lame sus llagas, sus heridas manchadas por el tiempo. Sus aullidos derrotados, agotados, malcriados por la soledad. Tenía miedo a andar solo y acabó devorado por sus feroces mandíbulas. El miedo le consumió, hizo de él un amor hecho pedazos de carne, sin alma. El miedo le absorbió.
Pero no se fue para no volver, no quería no estar vivo para verse renacer.
Sufría pero no lloraba. Será que por fuera llovía más de lo normal. Será agua que bajaba por su garganta, como un rayo, electrocutando todo a su alrededor. Le hubiese gustado venir a ayudar, pero dijo que el mar podría electrocutarnos a todos en un principio.
Para en el final no ser más que restos de carne frita.

Soy aquel que un dia se ocultó para no sufrir con su reflejo, aquel que frente a sí mismo no hacía más que temblar, para de cara a la realidad haber agotado ese terrible miedo a los tiburones y poder sonreir sin peligro. Eso sí, sin enseñar los dientes.
Ese era el muchacho del pelo rizado, que hablaba a solas por las noches disfrutando de la maravillosa compañía que el viento le brindaba, pues me hacía más invisible ante lo que no veo, me hacia visible frente a un momento de debilidad. Ese viento que sopla y sopla por mi cabeza, que hace huracanes y provoca maremotos que nunca desearías contemplar. O lo harías para deleitarte con la belleza del mar, con el reflejo del sol en sus carnes.
Jamás me tomes por un simple peluche agarrado a su infancia, agarrada ésta a su corazón por evitar crecer. Le hacía sudar, le hacía mimar cada segundo aprovechando que el tiburón no rondaba sus mares.
Le hacía feliz, le hacía mirar tras su fuerte espalda de enredaderas cruzadas para sonreir ante el muchacho del segundo pasado, que perdía el momento temblando y sudando, deseaba ser más alto y fuerte, deseaba no cavar en su pecho, deseaba notar esa mirada desnudando su piel.

Es más que un simple loco con la cabeza jodidamente ordenada, con las ideas muy claras sobre lo que aún no ha sabido, sabe y sabrá. Es toda su pasión, toda la belleza que nunca sabrás atrapar ni saborear. Es toda la fuerza que en 51 kg de peso reventaba sus topes y contagiaba su alma.
Es la furia, el miedo, la destrucción. Es saber marchar sin mirar atrás, es desapegarse de todo lo pasado, sacado ya su jugo futurista. Es fue, es y será.

Quien fuera cuchillo para cortar su cuello, quien fuera valiente y separaría infierno de cielo. Quién estaría tan cuerdo como para romper el cromatismo entre siempre y jamás, pues hay que estar muy loco para atreverse a vivir.

3 comentarios:

Transeúntes...