Cuando no queda a quien escribir resurge del convencimiento interior el mecenas del verso
mi alma que crece al momento, estirándose desde la manta
maulla, ronronea, lame
no es felino pero asoma uñas y dientes y le brillan unos ojos amarillos
Prisión voluntaria igual que infierno por decisión propia; no hay cielo obligado ni quedan centímetros por conquistar en la almohada
bueno tal vez queden distancias cortas y palabras como espadas y sus besos marchitos; este poema de baño público, usado, sucio, sudado
a eso huele el viento que arrastra al recuerdo por las orejas
se que llega por defecto pero no defectuoso
por razón y tiempo
llega lento, llega
me lleva
Me eleva de nuevo
La brisa y el verso vuelven de noche
Son tan puros que pueden hacer conmigo lo que quieran , me han poseído sus débiles palabras
De repente me abandonan y tras ellas queda un olor a cansancio y a razón
No me gusta tener que pensar así lo que escribo, ya lo sabes