*¿Tienes miedo?
Sí...
Yo ya no.*
Letra tras letra entonabas una melodía que me hacía temblar, sudar, me hacía un hombre completo hasta los huesos.
Pide un deseo.
Con los ojos cerrados, te deslizas por células muertas por asfixia. Sí, tengo miedo.
Y sí, les faltan aire. Aires nuevos. Razones por las que razonar. No merecía la pena comenzar a construir un puente sobre aguas que te hacen feliz.
Pero en ellas habita un sentimiento que me hacía temblar, sudar, me hacía un hombre completo hasta los huesos. Que devorabas, por cierto, como si el tuétano te mantuviese vivo.
O verme sudar y temblar te ponía de una manera sobrenatural. Eso mola.
Miedo a, miedo donde no cabe posibilidad de elegir entre valentía y cobardía, porque los guerreros más fuertes son los querreros de la luz. Del espíritu, la armadura es innecesaria si tu piel resiste fuertes vendavales. Como el mármol resistente al paso de los siglos.
Ese miedo es el que te pone manos a la obra hacia cobardía y valentía, ese miedo es el puente que nos brinda la oportunidad de hacer algo que dentro de cincuenta años te arrepentirías si no lo hubieses hecho, o vicecersa.
Pide un deseo.
Quieres que vuelva la fuerza a tus manos, quieres ver arder tu frialdad. Quiero conseguir que mi entorno me haga y yo me haga.
Los débiles están ahí para justificar a los fuertes.
No nos gusta la falta de fortaleza por lo que dormimos desnudos viendo las estrellas.
Así era más fácil, empezar a esculpir una piel que nos hará temblar, sudar, nos hará un hombre completo hasta los huesos.
Sí, tengo miedo.
(Preciosa arquitectura la tuya)